CORONEL MANUEL DORREGO


El Coronel Manuel Dorrego fue precursor y líder indiscutido de la corriente más genuina de la historia Argentina. Fuente del pensamiento Nacional sustentada en la forma federal de gobierno.

Su personalidad y formación, quedaron reflejadas a través de su pluma, su palabra y su obra; hizo de la libertad su bandera, cimentada en sólidos valores éticos, morales y políticos que sigue siendo un deber recordar.
Fue un destacado y valiente militar que, sirviendo a las ordenes del Gral. San Martín y el Gral. Belgrano, llenó de gloria los campos de batallas en la guerra de la independencia de la América del Sud.
Además, enfrentó y venció a sus adversarios en el campo de las ideas y las realizaciones, como primer tribuno y gobernante, con sólidos principios culturales, humanistas y cristianos.

PENSAMIENTO POLITICO DE MANUEL DORREGO

Su pensamiento político fue verdaderamente revolucionario. Como periodista y diputado, fue el gran oponente al régimen unitario que ya en sus comienzos trató de mantener el viejo sistema administrativo del virreinato.
Son Rivadavia y sus socios, vinculados al comercio británico, quienes seguirán acumulando el poder político y económico en desmedro del resto de las provincias.
Y es Manuel Dorrego quien denuncia en forma contundente la similitud colonialista Madrid-Buenos Aires, lo que le ocasiona el destierro y posterior exilio en los EE UU.. Allí comprende aun más las virtudes de la organización federal, adquiriendo una gran experiencia sobre la cultura general y el funcionamiento institucional del pueblo norteamericano.
A su regreso al país, en abril de 1820, ya derrocado el Directorio en Buenos Aires, pone de manifiesto lo fundamental de la educación popular en el desarrollo de una Nación soberana.
Fue el iniciador de la democracia popular en la República Argentina cuando defiende y fundamenta, con un profundo espíritu humanista el sufragio universal.
Se opone al voto calificado propuesto en la constitución unitaria de 1826 cuando expresa: “Yo no concibo como pueda tener parte en la sociedad, ni como pueda considerarse miembro de ella a un hombre que, ni en la organización del gobierno ni en la de las leyes, tiene una intervención.”
Ante la intención del unitarismo de excluir a los domésticos asalariados del derecho cívico, Dorrego define claramente: “ ¿ Que es lo que resulta de esta exclusión?. “ Una aristocracia, la más terrible si se toma esta resolución, porque es la aristocracia del dinero. Y desde que esto se sostenga, se echa por tierra el sistema representativo, que fija sus bases sobre la igualdad de derechos. Échese la vista sobre nuestro país pobre, véase que proporción hay entre domésticos asalariados y jornaleros, y las demás clases del Estado, y se advertirá al momento que quien va a tener parte en las elecciones excluyéndose a las clases que se expresan en el artículo, es una pequeñísima parte del país, tal vez no exceda de una vigésima parte. ¿ Y es regular que en una sociedad como esta una vigésima parte de ella sea sola la que determina sobre las demás?. ¿ Cómo se puede permitir esto en el sistema republicano?”.
“ Yo pregunto si una sociedad puede existir sin esa clase de jornaleros y dependientes y si puede haber una sociedad sin que sean necesarios esos hombres dedicados al cambio que podrían hacer los mismos patrones y jornaleros. Sobre todo, esta clase de gente trabaja, produce y contribuye a la sociedad.” “ ¿ Por que se le ha de privar de ese derecho?”. Para luego concluir diciendo: “Seria fácil influir en las elecciones porque no es fácil influir en la generalidad de la masa, pero si en una corta porción de capitalistas, y en ese caso, hablemos claro, el que formaría la elección seria el banco”.
En el mismo debate defiende la posición federal para la constitución y desarrolla su pensamiento político al expresar que: “El sistema federal esta en consonancia con una mayoría tal (de los pueblos) que no solo se han pronunciado por él de un modo formal y enérgico, sino que será dificultoso hacerla contramarchar para que reciba otra forma de gobierno.”
Describe de esta manera la voluntad política de un pueblo y sus provincias de disponer de su autonomía federal y la decisión de organizar el país como una Confederación.

MANUEL DORREGO GOBERNADOR DE BUENOS AIRES

El 13 de agosto de 1827 asume como gobernador de Buenos Aires, designado por la Junta de Representantes de la Provincia. Desde allí, emprende una ardua tarea tendiendo a la Unidad Nacional y la organización de las nuevas instituciones de la República.
Son sus ministros: El Gral. Balcarce en el Ministerio de Guerra; José M. Roxas y Patrón en Economía y Manuel Moreno, en Gobierno.
Recibe un Estado en bancarrota absoluta; reorganiza la administración general y sanea la moneda.
Proyecta la primera línea de telégrafos. Crea instituciones benéficas; funda la Academia Militar y nuevas escuelas publicas.
Elimina la “Leva”; incorporación indiscriminada del gaucho a las filas del ejercito, ya que “perjudica la industria, la agricultura y pastoreo, y desmoralizan y humillan al pueblo”. “Solo en casos extraordinarios y de una urgencia del momento, se hará uso del reclutamiento por Leva”.
Fija precios máximos al pan y la carne. Organiza el consulado de comercio; deroga derechos de exportación de productos del país.
Resuelve la reunión de la Convención Nacional en la provincia de Santa Fe, a fin de dar al país una constitución y organización federal.
Propuesto por la legislatura, rechaza el ascenso a General, ya que, “no lo fuese conferido en premio de acción de guerra”, según expresó Dorrego.
Firma la paz con Brasil, al no conseguir apoyo político ni económico, para el sostenimiento del ejercito y continuar la guerra.

GOLPE DE ESTADO Y FUSILAMIENTO

El 1ero. De diciembre de 1828, se produce el levantamiento del ejercito en contra del Gobernador Dorrego; detenido y luego fusilado por el Gral. Lavalle en Navarro el dia 13 de diciembre.
Con el asesinato del Coronel Manuel Dorrego planificado por el iluminismo rivadaviano, se privó a la Nación en ciernes, de la posibilidad de organizarse a través del sistema federal, sustentado en la participación de las masas populares, del trabajo y la cultura con un profundo contenido Nacional, integrador de las provincias unidas del Sud.
Agüero, Del Carril, los hermanos Varela, Valentín Gómez, fueron algunos de los ideólogos del derrocamiento y posterior fusilamiento del Gobernador de Buenos Aires y jefe indiscutido del Partido Federal.
Seguramente, el cargo fue su inquebrantable patriotismo y su grandeza como hombre del pueblo.
El mismo Manuel Dorrego describía su derrotero, en correspondencia dirigida al Alte. Brown, el 11 de diciembre cuando expresaba: “Nadie debe ignorar que he peleado por el país y sus instituciones democráticas como soldado, periodista y gobernante; nadie debe ignorar que he entregado todos mis desvelos a la Nación desamparando a mi mujer y mis hijas, para hacer posible el destino de un país que hemos soñado como grande y democrático; nadie debe ignorar que salí del ejercito herido y con las botas rotas y sin mas beneficios que las cicatrices; nadie debe ignorar que traté de sanear nuestra economía y que cuando me robaron el poder, no encontraron un peso en mis bolsillos, a pesar de haber manejado la hacienda publica.”
En la República Argentina , pareciera que quien gobierna para el pueblo, debe ser condenado a la ignominia, al infundio, a la traición y hasta la misma desaparición.
Recordar a Manuel Dorrego, es como prepararse para continuar la batalla por la libertad y la grandeza de la Patria.
Extremadamente culto, franco, vivaz; este porteño vinculado con el barrio, en las plazas, en el puerto; siempre junto a artesanos, pulperos, asalariados, candomberos; sus “descamisados”, como los definió, inaugurando una expresión que haría historia en la República , dieron el sustento popular a su accionar político.
Supo responder a las transformaciones sociales de un pueblo que las produce y sostiene, convirtiéndose en un líder argentino tan auténtico que se mantiene siempre igual a si mismo.

Carlos Hugo Hadad

Bibliografía consultada:
a. Política Británica en el Río de la Plata – Raúl Scalabrini Ortiz.
b. Dorrego – Norberto Galasso.
c. Revolución y contrarrevolución – Jorge A. Ramos.
d. El ocaso del guerrero – Agustín Pérez Pardella.
e. Dorrego – Civilización y barbarie.