16 de JUNIO de 1955 (La Barbarie)

A las 12.40 del mediodía del jueves 16 de junio de 1955 una escuadra de 29 unidades de la aviación naval produjo la mayor barbarie de la historia contemporánea.
Los aviones que provenían de Punta Indio, Ezeiza y Morón ametrallaron y arrojaron bombas sobre la Casa de Gobierno, alrededores de la Plaza de Mayo atestada de gente, la residencia presidencial, por entonces ubicada en el Palacio Alzaga Unzué, en la avenida Libertador, donde ahora se levanta la Biblioteca Nacional, y otras zonas de gran densidad de población en un día hábil, nada menos que nueve toneladas y media de explosivos.
Un día común de trabajo, se convirtió en un infierno horroroso. Un trolebús repleto fue alcanzado por la barbarie, produciendo la muerte de casi todos los pasajeros.
Otra bomba, cayó sobre los techos de la Casa Rosada.
Cientos de porteños se refugiaron con temor y espanto bajo las arcadas de la avenida Leandro N. Além y vieron como avanzaban las tropas rebeldes.
Lo único que consiguieron éstas fue matar y lesionar a civiles indefensos; no todos eran peronistas.
Los infantes de marina, lograron llegar hasta una estación de servicio que hacía cruz con la Casa Rosada y desde allí intercambiaron feroces disparos con las fuerzas que defendían al Gobierno Constitucional.

La llegada de vehículos blindados con tropas del Ejército condenó a los insurgentes al fracaso.
Al caer la tarde, y luego de intensos enfrentamientos, la rebelión se había desplomado.

Los pilotos con sus aviones volaron hacia el Uruguay, donde lo esperaba el tristemente conocido Gral Suarez Masson. Uno de los pilotos fue Cacciatore, otrora Intendente de facto de la Ciudad de Bunos Aires.
Los civiles que participaron (que en un momento habían tomado radios y emitieron proclamas sobre el levantamiento) abandonaron el País o se ocultaron.
La siniestra operación fue conducida por el Contralmirante de Infantería de Marina Samuel Toranzo Calderón, quien destinó para ello aeronaves y armas de guerra adquiridas al solo efecto de defensa de la Nación contra un ataque extranjero……., fueron empleadas contra el Pueblo argentino.
Hubo 350 argentinos muertos ese día.
2.000 ciudadanos heridos, vehículos incendiados y aceras llenas de escombros y cuerpos sin vida. La asistencia Pública y todos los hospitales porteños se vieron cubiertos de trabajo en atención de las víctimas.
Al día siguiente, el Diario “Clarín” escribió: “Las palabras no alcanzan a traducir en su extraña medida el dolor y la indignación que ha provocado en el ánimo del pueblo la criminal agresión perpetrada por los aviadores sediciosos que ayer bombardearon y ametrallaron la ciudad”.
Para entender este acontecimiento de junio del 55, es necesario, al repasar nuestra historia, conocer la existencia en la misma, del antagonismo en la construcción de una Nación.
Decía el General Perón, “El pueblo y la oligarquía siguen siendo lo mismo a pesar del tiempo, solo cambian los actores que desarrollan el drama, pero la canción es la misma”.
Nación soberana o colonia.
Nuestra historia describe este antagonismo, al que se refiere Perón, y aquellos actores están presentes en el derrotero argentino por la construcción de una Nación soberana.
Y debiéramos preguntarnos entonces, ¿a quién se arrojaron esas bombas y por qué? Algo había pasado en la Argentina peronista y el resultado estaba a la vista del mundo.
Crecimiento económico, industrial, desarrollo, pleno empleo, con reservas federales y ¡sin deuda externa!
Entre 1945 y 1955, se duplicó la población educativa. El presupuesto en educación fue en 1945 de quinientos millones a tres mil millones en 1955. Se construyeron en el país la mayor cantidad de escuelas en toda la historia Argentina. Los derechos de la educación fueron incorporados a la Constitución de 1949.
El hijo de un trabajador no podía llegar nunca a la educación secundaria y menos universitaria, por la simple razón de la falta de dinero.
El Gobierno del Gral. Perón posibilitó la gratuidad absoluta en la enseñanza. Terminó con la discriminación y permitió el acceso a todos por igual a una educación que permitía labrarse un porvenir en una comunidad organizada.
Delincuencia prácticamente en cero.
Economía de abundancia, producto de una correcta política económica que el Gobierno Nacional sustentaba en la organización de un pueblo entorno al trabajo.
Protegió y consolidó la industria Nacional extendiéndola a todo la Nación. En 1955 se fabricaban en el país locomotoras, tractores, camiones, motocicletas, motonetas, máquinas de coser, de escribir, de calcular y ya estaba construyendo vapores.
Estas realizaciones fueron también bombardeadas. La barbarie colonial dispara contra un proyecto de Nación soberana.
También nuestra historia manipulada ha querido disparar contra la conciencia colectiva, la que cincuenta años después, esté hoy más presente en la memoria del imaginario de amplios sectores de la sociedad Argentina el incendio de las iglesias y hasta del Jockey Club, por cierto repudiables y en los que hubo daños materiales pero ninguna víctima que lamentar, que el siniestro bombardeo que originó la masacre fundacional de la barbarie oligárquica contemporánea.
“No me quedaba más que irme del país. Si me quedaba, si apelaba a los trabajadores, al pueblo, hubiese sido un río de sangre. Yo vi a España después de la guerra civil, yo vi a esos crápulas bombardeando la Plaza de Mayo. ¡Valientes!” Juan Domingo Perón, 3 de octubre de 1955.
Investigación histórica de Enrique Pavón Pereyra y otros.
Carlos H. Hadad.